miércoles, 7 de mayo de 2008

El Ateneo de Madrid recupera en una muestra la memoria de sus años perdidos


El Ateneo de Madrid recupera la memoria de sus "años perdidos", de 1939 a 1946, con una exposición de fotos y documentos que se inaugura hoy y en la que se muestra cómo, tras terminar la guerra, fue convertido en el escaparate de los esquemas ideológicos y la proyección cultural de la dictadura franquista.

La exhibición "El Ateneo intervenido 1939-1946", instalada en la galería de retratos del centro cultural madrileño hasta el próximo 18 de mayo, ha sido organizada por un equipo de documentalistas formado por Clara Herrera, Jesús Serrano y Fernando Sígler.
Esta iniciativa, que forma parte del proyecto "Recuperación de la documentación histórica del Ateneo de Madrid", financiado por el Ministerio de la Presidencia, reproduce una veintena de imágenes de los años treinta y cuarenta del fondo fotográfico de Santos Yubero, reportero gráfico del diario Ya, además de medio centenar de documentos, libros y publicaciones periódicas de la época.

"El día que terminó la Guerra Civil el Ateneo fue tomado por las milicias franquistas", ha explicado hoy a Efe el historiador Fernando Sígler, quien ha destacado que el centro cultural "no sólo perdió su nombre -que cambió a Aula de Cultura- sino que también se quedó sin el inmenso legado de su archivo histórico", que ahora están intentando recuperar estos documentalistas.
"Tenemos algunas pistas de lo que puede haber ocurrido con el archivo, del que falta un siglo de documentos", ha señalado Herrera, "pero la futura investigación depende de una nueva subvención ministerial".

La gestión durante los siete años después de la guerra, realizada por los profesores universitarios Carmelo Viñas y Salvador Lissarrague, además del sacerdote Andrés María Mateo, ocupa la parte central de la exposición.

La propaganda nazi de la que se hacía eco el Ateneo con exhibiciones de libros y material del Reich, cartas de la directora de la biblioteca e historias de antiguos miembros del centro que sufrieron la represión del régimen también tienen su sitio en las vitrinas de la galería de retratos.
"El hecho de ser ateneísta era suficiente para ser depurado", ha destacado Clara Herrera delante de un documento en el que se citaba, como cargo de delito para un preso, haber sido miembro de la Junta del centro cultural.

Una conferencia de Ortega en 1946, en lo que fue su primera aparición pública después de su exilio, marcó el inicio de una transición que alejó al Ateneo de las ideas de la Falange.
"El régimen utilizó la figura de Ortega, quien pensaba que después de la Segunda Guerra Mundial iban a restaurar a Don Juan de Borbón, para dar una imagen de aperturismo", ha declarado Sígler.

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